Llega un momento de tu vida en el que te preguntas si realmente todo es negro o blanco, y descubres una infinidad de tonos de gris. Caminas por el filo de tus ideas pensando en qué momento decidiste encajarlas en lo políticamente correcto y por qué lo hiciste. Repasas cada complejo, prejuicio y mentira que te has creído y caes en la cuenta de que simplemente le ponías precio a tu agonía. Preferías esconderte tras esas ideas que luchar por unas propias. Y entonces te das cuenta de que allí había alguien más, no estabas sola, aunque no sé por qué te cuento esto, a ti te da exactamente igual.
Y ojalá pudieras desdoblarte y verte en otras vidas, enterrando cuentos y calendarios, y dejándote llevar por tu YO más profundo. Habrá que inventarse una salida, y llegar a puerto, sin dejarse llevar a la deriva. Ya no hay dolor, pero ten a mano el rosario, que aunque ha caído el dictador, esto va a seguir siendo amargo. Y llegó el hombre del saco, se puso a pedir y tú no das a basto.
miércoles, 14 de octubre de 2015
miércoles, 7 de octubre de 2015
Ni arte ni cultura, tortura
Perdóneme, subo mi culo a Instagram y a usted le molesta porque su hijo de 11 años puede verlo y traumatizarse. Pero le lleva a corridas de toros a ver como un animal inocente se desangra por pura diversión. ¡Viva su coherencia! Qué quiere que le diga, lo mío es natural, lo suyo con lo de ver a un toro sufrir, igual es lo enfermizo. El mío no será el primero ni el último culo que vea su hijo, pero su estupidez al defender el maltrato animal y querer enmascararlo como cultura sí será la mayor estupidez a la que esté expuesto.
Acabaría atendiendo a cualquier persona, aunque su herida fuera por asta de toro, pero no dejaría de pensar que ha sido él quien se lo ha buscado. La opción más fácil es no aceptar un trabajo así, claro está. Pero al igual que hay republicanos trabajando al servicio del rey, y ateos en colegios religiosos, por el mero hecho de que hay que sobrevivir y el dinero no cae del cielo, una tiene que hacerse a las circunstancias y pensar que por muy capullo que sea el tío al que está curando, al menos este se ha llevado su merecido por llamar cultura a la tortura.
Cada vez que alguien dice "arte" en la misma frase que "torear", muere una parte de nuestra cultura. Arte es lo que hacia Miguel Hernández con sus palabras, Almodóvar en sus películas o Velázquez en sus cuadros. Puede ser arte el amor, o incluso el dolor, pero el propio, no el causado a otros.
Cuando ayer me dijeron que uno de los primeros trabajos que conseguiría como enfermera seguramente sería o bien en una plaza de toros o bien en "els bous al carrer", se me partió el alma. ¿En qué momento acaban mis ideales y empiezan mis obligaciones como profesional? Obviamente no puedo negar mis servicios a nadie, no importa su raza, sexo o religión. Pero, y si con sus ideales dañan los míos de manera considerable, qué ocurre entonces. Acabaría atendiendo a cualquier persona, aunque su herida fuera por asta de toro, pero no dejaría de pensar que ha sido él quien se lo ha buscado. La opción más fácil es no aceptar un trabajo así, claro está. Pero al igual que hay republicanos trabajando al servicio del rey, y ateos en colegios religiosos, por el mero hecho de que hay que sobrevivir y el dinero no cae del cielo, una tiene que hacerse a las circunstancias y pensar que por muy capullo que sea el tío al que está curando, al menos este se ha llevado su merecido por llamar cultura a la tortura.
jueves, 1 de octubre de 2015
¿Duele?
Dolor es no alcanzar tu sueño por unas milésimas. Dejar escapar lo que quieres por orgullo. Por pereza. Dolor es entender y no ser entendido. Romperte y que nadie recoja tus pedazos. Ni se inmute. Dolor es lo contrario de amor. Amor propio. Amor de otros. Dolor es querer y no poder. Tener y no dar. Ni una pizca. Dolor es luchar y perder. Dejarse el alma y no conseguir. Romperse. Dolor es llorar por nada. Por todo. O por nadie.
Pero si siento dolor es porque estoy viva. Porque lucho por mis sueños aunque no los consiga. Porque entiendo el dolor ajeno y lo comparto, aunque no lo sufra. Siento dolor porque aunque me quiera, a veces se me olvida, y tengo que recordármelo. Porque aunque no pueda, sigo queriendo, y lo haré siempre. Porque lloro por las cosas que merecen la pena, y sobretodo, la alegría.
Que el dolor es pasajero, pero la lección permanente. Y con esto no digo que vaya a dejar de soñar (¡Dios me libre!). No voy a dejar de romperme, pero siempre me recompondré, y sí, lo haré sola. No voy a dejar de quererme y de quererte. Nunca dejaré de intentarlo, ni de querer lograr aquello que otros dicen que es imposible. Y por supuesto no voy a dejar de llorar (seguramente explotaría si lo hiciera).
¿Que la vida duele? Ya. Pero tengo tiritas de sobra y estoy preparada para mil rozaduras más.
Pero si siento dolor es porque estoy viva. Porque lucho por mis sueños aunque no los consiga. Porque entiendo el dolor ajeno y lo comparto, aunque no lo sufra. Siento dolor porque aunque me quiera, a veces se me olvida, y tengo que recordármelo. Porque aunque no pueda, sigo queriendo, y lo haré siempre. Porque lloro por las cosas que merecen la pena, y sobretodo, la alegría.
Que el dolor es pasajero, pero la lección permanente. Y con esto no digo que vaya a dejar de soñar (¡Dios me libre!). No voy a dejar de romperme, pero siempre me recompondré, y sí, lo haré sola. No voy a dejar de quererme y de quererte. Nunca dejaré de intentarlo, ni de querer lograr aquello que otros dicen que es imposible. Y por supuesto no voy a dejar de llorar (seguramente explotaría si lo hiciera).
¿Que la vida duele? Ya. Pero tengo tiritas de sobra y estoy preparada para mil rozaduras más.
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