Era una de esas chicas que iba con prisa a todas partes y siempre llegaba tarde. Una de esas que nunca acertaba como vestirse para salir a la calle y no pasar ni frío ni calor; una que llevaba escritos en la mirada todos los inviernos que había pasado sola, que andaba descalza por casa sin miedo a golpearse contra la pata de la mesa o de la cama, una mujer que vestía de valentía para ocultarse entre sus miedos.
Era una de esas que se le veía preciosa cuando el viento la despeinaba y que sonreía cuando le pillaba la lluvia en pleno centro y sin paraguas. Esas que aman los días grises, pero también el calor del sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario