Romperse, hay tantas maneras de romperse como días tiene un año, tantas formas de sentirse roto o de estallar en mil pedazos.
Romper a reír, romper a llorar.
Cuando una carcajada invade tu pecho, inunda tus pulmones y llena tu boca hasta que consigue salir de una manera tan escandalosa como agradable, y sobre todo si es de un niño, porque pocas cosas hay más agradables que oír a un niño reír.
Se te nubla la vista, las lágrimas empiezan a rodar por tus mejillas como cuando la lluvia golpea contra la ventana y un sollozo, un sonido sordo empieza a brotar de lo mas profundo de tu garganta y te ahogas entre suspiro y suspiro.
Y luego tenemos el conjunto de las dos, el momento en el que te has reído tanto que llegas al punto en el que las lagrimas brotan de tus ojos, pero de felicidad, y esa es la mejor manera de llorar, llorar de alegría.
Después están todos motivos por los que uno puede romper, tanto a reír como a llorar.
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