Una vez me dijeron que sin mi no hay yo, y esa frase me hizo caer en la cuenta de que quien más me necesita soy yo misma. Yo misma y nadie más.
Me parece tan divertida la manera en que pensáis que sois indispensables, pero que sin ti seguirá habiendo amaneceres, igual que sin mi habrá muchas más puestas de sol. Y aprender a valorar lo que uno supone para el resto es tan importante como saber que cada gramo de alegría que dependa de ti será un lastre en tu conciencia. Y cada lágrima que consigas hacer brotar será un peso en tu pecho.
Claro que importamos, no estoy diciendo lo contrario, no me malinterpreteis. Y dependemos unos de otros, en eso se basan las relaciones humanas. Pero por eso mismo, porque somos personas, somos efímeros, y antes o después vamos a desaparecer. Para siempre, por un rato o de manera indefinida, pero entramos y salimos, muchas veces sin hacer ruido, pero siempre con la intención clara de alejarnos. Tenemos la suerte de que duramos más que las flores, o que las moscas. Y esa durabilidad nos da la posibilidad de hacer cosas grandes, tan grandes como descubrir una vacuna o matar a miles de personas. Y ahí es donde está el fallo. No somos conscientes de lo poco que importamos como ser pero de lo mucho que importa lo que decidamos hacer. Y diréis no todo detalle es importante, pero si, hay que medir cada palabra con regla, como si de un plano se tratase, porque nunca sabes lo que otros pueden entender.
Somos tan importantes como nos quieran hacer creer.
lunes, 20 de junio de 2016
miércoles, 27 de abril de 2016
Cachitos
Recuerdos, estamos hechos de recuerdos. De todo aquello que hemos vivido y sentido. De cada experiencia vivida y contada. Estamos formados por todas las personas que han estado a nuestro lado, las que se han ido y las que continuaran para siempre. Estamos hechos de todo aquello que nos ha emocionado, nos ha hecho reír, nos ha asustado o nos ha enamorado. De todos y cada uno de los recuerdos que guardamos y de aquellos que hemos olvidado.
Estamos hechos de momentos y situaciones. De cada noche de fiesta, y de estudio. De cada día de playa, y de cada día llorando una pena. Estamos hechos de cada persona con la que hemos compartido un minuto y con la que hemos compartido horas. Formados por los regalos recibidos, los besos en la nuca y las sonrisas a media hasta. Estamos hechos de cada herida en la rodilla y por cada vez que nos hemos levantado.
Estamos hechos de cicatrices (las que se ven y las que no). De golpes y abrazos. De amistades rotas y de relaciones fallidas. De llantos y orgasmos. De dolor y pasión. De luces y sombras.
Que al fin y al cabo todos somos polvo de las estrellas, formado por miles de cachitos y recortes de nuestro mejores (y peores) días.
Estamos hechos de momentos y situaciones. De cada noche de fiesta, y de estudio. De cada día de playa, y de cada día llorando una pena. Estamos hechos de cada persona con la que hemos compartido un minuto y con la que hemos compartido horas. Formados por los regalos recibidos, los besos en la nuca y las sonrisas a media hasta. Estamos hechos de cada herida en la rodilla y por cada vez que nos hemos levantado.
Estamos hechos de cicatrices (las que se ven y las que no). De golpes y abrazos. De amistades rotas y de relaciones fallidas. De llantos y orgasmos. De dolor y pasión. De luces y sombras.
Que al fin y al cabo todos somos polvo de las estrellas, formado por miles de cachitos y recortes de nuestro mejores (y peores) días.
viernes, 1 de abril de 2016
V de Vagina
En qué momento por el hecho de ser mujer he aceptado ser sobada, piropeada o juzgada. En qué momento por el simple hecho de tener vagina me ha de parecer aceptable que quieran hacer miles de guarradas conmigo y encima tenga que aguantar que me las digan. Cuándo me avisaron de que debía disculparme por tener la regla y que a los demás les de asco, y de que tener más de una 38 no es aceptable. Que me lo digan, que me expliquen en qué momento ser mujer se convirtió en ser el sexo débil, y por qué ser juzgada por como visto o cuanto peso tiene que ser mi día a día.
Porque la verdad no creo que sea la única que está harta de que le toquen el culo y nadie diga nada, que a todo el mundo le parezca normal, que alguien levante mi falda y sea incluso gracioso. Perdón, pero es que si voy así vestida es porque me gusta a mi, y si me maquillo es para verme mejor yo. Que a mi calentar o no tu polla no me preocupa, y mi mundo no gira entorno a ella. Si tu piensas desde ahí, el problema lo tienes tú, y si yo enseño una teta no es para que me des tu opinión, porque si me importara, ya te la habría preguntado.
Ah, y si te parece normal que un viernes cualquiera te metan mano en una discoteca, el problema quizá no es solo del gilipollas que lo haga.
Quiero saber en qué parte del contrato ponía que yo aceptaba todo esto, rescindir del mismo y la hoja de reclamaciones, por favor.
Porque la verdad no creo que sea la única que está harta de que le toquen el culo y nadie diga nada, que a todo el mundo le parezca normal, que alguien levante mi falda y sea incluso gracioso. Perdón, pero es que si voy así vestida es porque me gusta a mi, y si me maquillo es para verme mejor yo. Que a mi calentar o no tu polla no me preocupa, y mi mundo no gira entorno a ella. Si tu piensas desde ahí, el problema lo tienes tú, y si yo enseño una teta no es para que me des tu opinión, porque si me importara, ya te la habría preguntado.
Ah, y si te parece normal que un viernes cualquiera te metan mano en una discoteca, el problema quizá no es solo del gilipollas que lo haga.
Quiero saber en qué parte del contrato ponía que yo aceptaba todo esto, rescindir del mismo y la hoja de reclamaciones, por favor.
martes, 15 de marzo de 2016
Politiqueo
Se les llena la boca diciendo que trabajan para nosotros, que son trabajadores del pueblo que trabajan por y para él. Y no hablo de un partido X en concreto, no estoy hablando de defender unos valores más o menos conservadores o una tradición o bandera. De lo que hablo es de tener dignidad, de saber cual es el lugar de cada uno en cada momento. No vale el asegurar que no se sabía nada, que no se estaba al corriente de las facturas. No vale decir que cómo no iban a aceptarse regalos hechos con la mejor intención, o cómo iban a ignorarse invitaciones a los sitios más lujosos.
De lo que hablo es de ser más humanos, sin contar con la parte egoísta del ser, y recordar que de su trabajo depende la vida del resto de ciudadanos para los que dicen trabajar. Recordar que cada euro que se apropian indevidamente (no usemos el término robar, podríamos agredirles) es una agresión directa a la economía de un país, municipio o ciudad. Países, municipios y ciudades donde habitan personas que dependen, en cierto modo, de sus decisiones. Y lo fácil es vivir en la abundancia, porque mientras no sea mi familia la que no tiene qué comer o cómo acceder a los estudios todo va bien. Porque qué bonito es un "Lo siento, no volverá a ocurrir", pero mientras yo comía en restaurantes de cinco tenedores había gente buscando comida en un contenedor. Que claro está, ser político es un trabajo como otro cualquiera, y hay que cobrar por él, pero no es necesario que el sueldo sea desorbitado, ni que los viajes familiares se incluyan en el presupuesto del ayuntamiento, y creo que los trajes tampoco cuentan como uniforme laboral. Además, decidme cuantos carteros, profesores o enfermeros pueden no acudir a su puesto de trabajo porque tienen que ir a la peluquería, o cuantos abogados conocéis a los que su empresa les pague 3000 euros al mes si tras despedirlos no encuentran trabajo.
A las personas lo que nos gusta son los desfiles de moda, no los paseos hasta la puerta del juzgado. Nos gusta tener un representante que no de vergüenza y sea capaz de componer dos frases seguidas con sentido. Nos gusta que quien está al mando de nuestras ciudades pueda aguantar más de tres minutos sin un copazo en la mano. Y lo que más nos gusta es que no nos engañen, aunque no lo parezca por los resultados electorales.
miércoles, 9 de marzo de 2016
Ella
Todo el mundo me dice que la mire, que es buena para mi. Que alguien que aún teniendo esa fachada es tan dulce por dentro solo puede aportarme cosas buenas. Me dicen que la escuche y la mime de vez en cuando. Que aunque yo no lo sepa me quiere mucho y todo lo que hace es por ayudarme. No entienden cómo es posible que yo no lo vea, y no lo dicen, pero yo se que piensan que estoy loca. No paran de recordarme que siempre ha estado ahí y siempre estará, y que por mucho que intente librarme de ella nunca me dejará sola. La verdad es que yo a veces le tengo un poco de miedo, y además no consigo ver todo eso que dicen que tiene que es tan bueno. Intento observarla desde la distancia, pero me es imposible, estamos tan unidas que nuestras costillas se enredan y las respiraciones son una. Todos dicen que solo con su sonrisa conseguiría calmar huracanes, y que aunque no quiera verlo, es quien más me quiere en este mundo. Me han repetido mil y una veces que nunca la abandone, porque todo lo que le pase repercutirá en mi también, y que si pienso que ignorarla es la mejor opción, estoy muy equivocada.
No conseguía ver nada de esto hasta que un día me la encontré de frente, en el espejo, y entonces lo vi (me vi).
No conseguía ver nada de esto hasta que un día me la encontré de frente, en el espejo, y entonces lo vi (me vi).
martes, 19 de enero de 2016
Lo que está muerto no puede morir
Nada ni nadie puede hacer daño cuando solo quedan los trozos de cristal rotos que alguien no recogió la noche anterior. Mucha fiesta y poco aguante, pensarán algunos. Pero entre cortarme mil veces o no recogerme tengo que decir que el olor a sangre no está tan mal, y que el reflejo en mis pupilas del agua teñida de rojo hasta me da un toque interesante.
Y claro que prefiero las rosas secas en botellas vacías (y enteras), pero que si tengo que volver a derramarme, quizá sea la última vez (y lo de jugar a la ruleta rusa prefiero dejárselo a los profesionales). Que cuando se rompe el primer pedazo, igual corta a alguien por accidente, pero en el momento en el que solo quedan un par de trozos medio resquebrajados, para ese momento, ya no queda nadie. Todos han aprendido la lección y se han ido tan lejos como han podido. O se han quedado todo lo cerca que han sabido fingir.
Dejemos la falsa modestia a un lado y admitamos que no somos tan perfectos como pretendemos hacer creer. Si vas a recoger los cristales, córtate tan profundo que nadie pueda ponerlo en duda, pero si pretendes solo esconderlos debajo de la alfombra, ten cuidado y no vuelvas a andar descalzo.
Y claro que prefiero las rosas secas en botellas vacías (y enteras), pero que si tengo que volver a derramarme, quizá sea la última vez (y lo de jugar a la ruleta rusa prefiero dejárselo a los profesionales). Que cuando se rompe el primer pedazo, igual corta a alguien por accidente, pero en el momento en el que solo quedan un par de trozos medio resquebrajados, para ese momento, ya no queda nadie. Todos han aprendido la lección y se han ido tan lejos como han podido. O se han quedado todo lo cerca que han sabido fingir.
Dejemos la falsa modestia a un lado y admitamos que no somos tan perfectos como pretendemos hacer creer. Si vas a recoger los cristales, córtate tan profundo que nadie pueda ponerlo en duda, pero si pretendes solo esconderlos debajo de la alfombra, ten cuidado y no vuelvas a andar descalzo.
miércoles, 6 de enero de 2016
Magia
Empiezo a pesar que el café de las 20:43 no ha sido una buena idea y me pregunto en qué momento decidí dejar de creer en la magia. Y no estoy hablando de los cuentos de hadas, ni de que alguien mate dragones por mi. Hablo de la magia de los magos, la magia que nos hace volver a creer en que todo es posible. La cara de sorpresa cuando en tus narices hacen aparecer o desaparecer algo, la sensación de poder volver a confiar en que nada depende de ti. Hay magia en las pequeñas cosas, magia en que alguien te regale un rosa, o te robe un beso. Magia en cosas tan simples como la sonrisa de un niño, o el llanto de un bebe recién nacido.
Y no consigo recordar en qué momento decidí dejar de creer en todo eso. Cómo, cuándo y por qué la magia salió de mi vida sin pedir permiso. Empecé a encontrar la magia en otros lugares, como mi entrepierna o el fondo de una cerveza, pero ya no era igual, porque todo se reducía a aquello que podía ver, oler o tocar.
He vuelto a creer en la magia de las pequeñas cosas, vuelvo a tener ilusión, pero aún así llegará el día en que la gente sonría a la lluvia. Y al gris.
Y no consigo recordar en qué momento decidí dejar de creer en todo eso. Cómo, cuándo y por qué la magia salió de mi vida sin pedir permiso. Empecé a encontrar la magia en otros lugares, como mi entrepierna o el fondo de una cerveza, pero ya no era igual, porque todo se reducía a aquello que podía ver, oler o tocar.
He vuelto a creer en la magia de las pequeñas cosas, vuelvo a tener ilusión, pero aún así llegará el día en que la gente sonría a la lluvia. Y al gris.
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