Empiezo a pesar que el café de las 20:43 no ha sido una buena idea y me pregunto en qué momento decidí dejar de creer en la magia. Y no estoy hablando de los cuentos de hadas, ni de que alguien mate dragones por mi. Hablo de la magia de los magos, la magia que nos hace volver a creer en que todo es posible. La cara de sorpresa cuando en tus narices hacen aparecer o desaparecer algo, la sensación de poder volver a confiar en que nada depende de ti. Hay magia en las pequeñas cosas, magia en que alguien te regale un rosa, o te robe un beso. Magia en cosas tan simples como la sonrisa de un niño, o el llanto de un bebe recién nacido.
Y no consigo recordar en qué momento decidí dejar de creer en todo eso. Cómo, cuándo y por qué la magia salió de mi vida sin pedir permiso. Empecé a encontrar la magia en otros lugares, como mi entrepierna o el fondo de una cerveza, pero ya no era igual, porque todo se reducía a aquello que podía ver, oler o tocar.
He vuelto a creer en la magia de las pequeñas cosas, vuelvo a tener ilusión, pero aún así llegará el día en que la gente sonría a la lluvia. Y al gris.
Este trozo me parece tan real tan bien explicado...
ResponderEliminar"Empecé a encontrar la magia en otros lugares, como mi entrepierna o el fondo de una cerveza, pero ya no era igual, porque todo se reducía a aquello que podía ver, oler o tocar"